Para la realización de esta foto no hice ningún largo viaje, tampoco fue precisa una larga caminata ni pasar horas a la interperie, ni siquiera un equipo costoso, además no hay riesgo para la integridad y el motivo en sí mismo es interesante y al alcance de cualquiera.
Bastan unas nociones de la técnica y unos conocimientos básicos de fotografía que pasan por unas sencillas reglas de composición, diafragma cerrado para obtener la máxima profundidad de campo, enfoque a distancia hiperfocal y una velocidad lenta de obturación.
No obstante la presento ya que fue una de las primeras fotografías que no me encontré, sino que busqué de un lugar que ya conocía: una hora y un día en los que no hubiera gente, los últimos rayos de sol, los reflejos dorados sobre la arena mojada de la playa, marea baja... Y es quizá el momento en el que los aficionados a la fotografía podemos empezar a considerarnos como tales, hecho que no todos los que tienen una cámara y realizan fotografías superan.
Hay otra fotografía que aún no he conseguido y que está al alcance de muy pocos: aquella en la que puede apreciarse el estilo propio, que encierra un mensaje y consigue detener la mirada del observador más allá de cinco segundos.