Las ciudades se adornan con un derroche luminoso para animar a la fiesta y al consumo. Hace dos mil años, en Belén, una luz se encendió para mostrarnos el camino del amor y la esperanza.
Nuestra propia luz interior debería sobrar para guiarnos, pero queda atenuada con tanto brillo fastuoso y fatuo... ¿tanto derroche?..quizás piensan que alegran los corazones,.. e igual lo hacen, pero los infantiles e ingenuos..
Buen post, lleva a la reflexión, y si te dejas, a la rabia....
2 comentarios:
Tu entrada hace pensar....
Nuestra propia luz interior debería sobrar para guiarnos, pero queda atenuada con tanto brillo fastuoso y fatuo... ¿tanto derroche?..quizás piensan que alegran los corazones,.. e igual lo hacen, pero los infantiles e ingenuos..
Buen post, lleva a la reflexión, y si te dejas, a la rabia....
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